Pensar fuera del molde

FILOSOFÍA LA MÁXIMA HABILIDAD DE TRABAJO TRANSFERIBLE Y OTRAS SABIAS RAZONES
PENSAR FUERA DEL MOLDE
En un mundo en el que las personas cambian de carrera frecuentemente dentro de su trayectoria profesional, las habilidades que enseña la Filosofía son maravillosamente transferibles. Se trata de una carrera que ayuda a los alumnos a ser aprendices rápidos y constantes y los provee de sólidas habilidades para la escritura, el análisis y el pensamiento crítico.
Escribe Sandra Salcedo
Filósofa
David E. Schrader, director ejecutivo de la Asociación Filosófica Americana (una organización profesional con más de once mil miembros en los Estados Unidos), explica por qué estudiar filosofía tiene sentido hoy: habilidades fácilmente transferibles. «A diferencia de carreras como Medicina o Ingeniería, la Filosofía no provee de parámetros que aseguren la entrada a puestos en áreas específicas de trabajo».
En otras palabras, resulta difícil decir cuáles son los puestos a los que accederá alguien que ha estudiado Filosofía sin tomar en cuenta antes cuáles son sus intereses más particulares. La aplicación de los estudios filosóficos no depende de los contenidos concretos que se imparten en los cursos, como sí sucede en otras áreas profesionales, sino más bien depende de aquello que, sin tratarse de filosofía propiamente dicha, captura la pasión de quien la estudia.
Cuando Jordán Kotick, vicepresidente de J.P Morgan, Wall Street y actual estratega técnico de Barclays Bank, preguntó por qué lo habían elegido entre 150 personas de todo el planeta para trabajar en una de las firmas líderes en Wall Street, la respuesta que le dieron sin titubeos fue que, de toda la gente considerada para el puesto, él era el único que había estudiado Filosofía. «Eso nos permitió saber inmediatamente que tú eras capaz de pensar fuera del molde», respondieron.
El hecho es que Kotick, como la mayoría de estudiantes de Filosofía, en un inicio, no estudió banca ni nada que pudiera anunciar previamente que accedería a ese puesto. Simplemente estudió Filosofía. Lo que hizo fue descubrir su talento e interés por las finanzas y aplicar lo aprendido a favor de esa área de trabajo. Lo mismo sucede cada vez más con los estudiantes de Filosofía que obtienen un trabajo en áreas de prensa, medios, política, administración pública, negocios, editorial, administración, medicina, marketing, publicidad, entre otros, quienes al acabar sus estudios, sintonizan las habilidades que han desarrollado con los distintos ámbitos de interés en los que buscan desarrollarse como profesionales.
Se buscan filósofos
Así, los estudios de filosofía se presentan en este nuevo siglo como la máxima «habilidad transferible de trabajo». Una suma de capacidades desarrolladas que una vez enmarcadas en un contexto específico de trabajo toma la forma que este requiera.
Sin embargo, las dificultades no son pocas para «el joven filósofo» en busca de un puesto de trabajo. En general, sea cual sea el rubro profesional por el que opte, los graduados en Filosofía acceden a puestos de rango bajo dentro de las compañías, instituciones o empresas debido a esta carencia de habilidades específicas en finanzas, ingeniería, medicina, o cualquier rubro en el que empiecen a desempeñarse.
Llegado este punto, la paciencia (una forma de sabiduría filosófica) será junto a la perseverancia, la mejor de las virtudes para encarar esta situación. Resulta que. a pesar de entrar a puestos bajos dentro de las jerarquías corporativas, los graduados en Filosofía podrían avanzar más rápidamente que sus colegas dentro de la arquitectura de la empresa. «Las corporaciones reportan que, a pesar de que las habilidades técnicas son más importantes a un nivel administrativo básico, van per diendo relevancia entre los puestos de mandos medios y altos donde la clave está en manejar habilidades comunicativas, de formulación y resolución de problemas así como habilidades de razonamiento», sostiene Michael Useem en uno de sus libros al hablar del rol del filósofo en el mercado actual.
Espacios de reflexión
El gran reto de un estudiante de Filosofía al terminar la carrera será pues cómo «marketear» sus habilidades ante sus potenciales empleadores. Hay que saber que, con frecuencia, aquellos que deciden si uno es apto o no para el puesto se encuentran escépticos o incluso ignorantes sobre qué es lo que un filósofo podría ofrecer.
En un país como el nuestro, la diversidad cultural, el creciente potencial económico, la propensión al conflicto, el reto educativo, la inconsistencia política o el desarrollo de nuevas industrias creativas nos confrontan diariamente con la necesidad de incluir filósofos en los distintos ámbitos profesionales. Quién podría negar hoy la necesidad de contar con alguien capaz de analizar nuestra situación actual, tener claridad al momento de pensar y evaluar argumentos, una amplitud de mente para imaginar futuros posibles y grandes habilidades para convertir ese pensamiento en palabra y luego en acción.
El proceso de inclusión de graduados en Filosofía en los variados ámbitos laborales implica una vez más romper con el prejuicio alrededor de una disciplina tan antigua como desconocida. En este esfuerzo por liberarla de prejuicios debemos participar todos los que, filósofos y no filósofos, coincidimos en el valor del pensamiento crítico al momento de pensar un futuro mejor. Hagamos caso a la sugerencia de la Asociación Australiana de Filosofía: «Si en unos años, después de haberte graduado, estás ante un posible empleador no seas tímido y usa esta oportunidad para mostrar las habilidades que has adquirido a lo largo de la carrera.» *
Publicado en la Revista Somos Nº 1230, 03-07-10, pp. 81,83.

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