Persiguiendo la excelencia

El próximo mes de septiembre abre sus puertas el Colegio Mit en el Parque Tecnológico de Andalucía.   Su lema: «Persiguiendo la excelencia«.   El proyecto impacta a primera vista.   Ahora os invito a trasladaros un poco. No muy lejos. Seguimos en el contexto de la realidad educativa malagueña.   Entramos en la página donde nuestro delegado provincial de la Consejería de Educación nos saluda y nos anima con frases para la esperanza.   En ella podemos leer: «…la Ley de Educación de Andalucía constituye el eje esencial sobre el que ir progresando en equidad, en la extensión del derecho universal a la educación en igualdad de oportunidades, en la mejora de rendimientos escolares y de las relaciones de convivencia y en la ampliación progresiva de la excelencia en todos los ámbitos del amplio espectro educativo.»   Los dos proyectos utilizan el mismo significante (continente), la palabra excelencia. Sin embargo, a nadie puede escapársele que hay un abismo en sus significados (contenidos).   ¿Qué consecuencias acarrea ese abismo?   Es fácil de adivinar: la consolidación de una enorme brecha entre el tipo de educación que puede recibir el alumnado cuyos padres tienen suficientes recursos económicos y el tipo de educación que puede recibir el resto del alumnado.   La brecha genera una evidente desigualdad de oportunidades. Es indiferente si tienes o no tienes recursos intelectuales, lo único importante es si tienes recursos económicos.   Imaginemos por un momento una situación en la que no existieran «escuelas de futbol» o «academias de baile». Que la única actividad deportiva que pudiéramos practicar fuera dar toquecitos con el balón en un recinto cerrado o que el único baile que se permitiera fuera una marcha militar. Casi todos los chicos están incluidos y todos tienen la misma oportunidad de dar toques o realizar la marcha militar. Aquí se contempla tanto la educación inclusiva como la educación en igualdad de oportunidades. En este contexto solo podemos congratularnos de la ampliación progresiva de la excelencia en todos los ámbitos del espectro educativo. Si logramos que en lugar de «casi todos» los chicos estén incluidos lo sean «todos» se habrá alcanzado la excelencia. Los responsables de dotar de recursos a estas actividades se sienten satisfechos con su labor.   Sin embargo, hay personas que no están muy de acuerdo con que la palabra excelencia apunte a la situación anterior. Están convencidos de que la excelencia se alcanza si se abren «escuelas de futbol» para todos aquellos a los que les guste y motive practicar ese deporte y se crean «academias de baile» para aquellos otros a los que les encanta bailar. Allí se admitirían a todos, luego se cumpliría el requisito de la igualdad de oportunidades, y solo aquellos que se aburrieran o sintieran que no son capaces de realizar esas actividades decidirían, en libertad, dejar de acudir. Nadie les pediría en la entrada un certificado de «ser Maradona» o de «ser Sara Baras». Además, los propios padres animarían a sus hijos para que acudieran y se expresaran en actividades que son de su interés. «Eso es bueno para ti».   Estas personas, sabedoras de que han de dialogar con los responsables de dotar de recursos a estas novedosas actividades, tendrán la responsabilidad de explicarles la bondad de este modelo enriquecido de actividades. Si encuentran disposición al diálogo constructivo, se lograran cosas. Irán creándose esas necesarias «escuelas» y «academias» poco a poco. Se construirá un futuro mejor para todos en el ámbito educativo sin que la temida brecha aparezca. Todos tendrán la misma oportunidad de realizar la actividad que más le agrade y que mejor se le dé. No todos llegaran al final, es obvio, pero al menos todos podrán comenzarlas.   Otras personas no parecen dispuestas a esperar hasta que se den las condiciones idóneas del párrafo anterior. Como poseen recursos económicos suficientes crean sus propias «escuelas de futbol» y «academias de baile». Y los ofrecen a todos aquellos que puedan pagarlos. Saben lo que les ha costado y, en consecuencia, solo piden una lógica contraprestación del mismo tipo. Si tienes recursos para apuntar a tus pequeños a estas escuelas y academias, irán a esas escuelas y academias. Si no los tienes, te quedaras dando toquecitos con el balón o realizando la marcha militar.   Como asociación que apoya todo tipo de medidas que fomente la mejora de la educación en su vertiente enriquecida somos conscientes de que se necesita establecer un dialogo con los responsables de dotar de recursos esta idea. Para ello contamos con los recursos adecuados para concienciar de la bondad que para todo el sistema tendría la progresiva creación de «escuelas» y «academias», destinando una pequeña parte de todos los recursos humanos, materiales y económicos que ahora mismo se destinan a la «atención a la diversidad» (detección, identificación y evaluación) simplemente para que algunos obtengan un «certificado de ser». Mediante este sistema, demostrada su ineficacia (solo un 1% de identificación), podemos encontrarnos con situaciones tan extrañas como esta: Einstein. Diagnostico: retrasado y mediocre. Que es una responsabilidad social que tienen que asumir si lo que realmente desean es que todos salgamos beneficiados. Si realmente desean «la ampliación progresiva de la excelencia en todos los ámbitos del amplio espectro educativo».   En este contexto enriquecido, los potenciales futbolistas y bailarines «podrán ser» en el futuro excelentes futbolistas y bailarines o, simplemente, personas más felices porque harán lo que les gusta hacer sin que nadie les obligue de antemano a que demuestren que «son» futbolistas o bailarines en potencia. Pensemos simplemente en el hecho cierto de que muchos potenciales futbolistas/bailarines no han llegado a nada, por la razón que sea, mientras que otros en apariencia menos dotados han terminado siendo futbolistas/bailarines de primer nivel.   En una época de escasez de recursos hay que pensar en las soluciones más eficientes (menos costosas y menos complicadas). Todo el mundo lo agradecería.   Apostamos por ello.     José Luis

2 comentarios en “Persiguiendo la excelencia”

  1. Ese texto ya lo había leído antes, pero lo destacable del enlace que he puesto no es si tuvo o no malas notas sino más bien el 'diagnóstico' que le hicieron cuando pequeño. Salvo, claro está, que eso también sea un mito…

    No es infrecuente encontrarnos con apreciaciones similares (tal vez no tan exageradas) por parte de algunos padres o incluso de profesores.

    Un saludo, Angela, y gracias por el comentario.

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