No me des peces. Enséñame a pescar.

Cuando pregunté a una niña  de 10 años, de qué forma había adquirido, fundamentalmente, su saber, me contestó: por medio de preguntas. Pregunté a un niño de 10 años, que dónde ve él lo contrario de una pregunta y su respuesta fue: «Mi profesora. No se cuestiona nunca nada, sino solamente constata hechos». Entonces pedí a una tercera niña de la misma edad una explicación sobre qué es una pregunta y contestó: «Algo que te mantiene en conexión con el mundo».
Queremos reducir el abismo que habrá entre lo que hoy se enseña y lo que se necesitará dentro de 20 años. No podemos dar a los niños ningún conocimiento de los hechos del futuro, pues los hechos cambian y no tenemos control sobre ellos. Pero les podemos dar herramientas con las que poder abordar los problemas del futuro.
Tenemos que ofrecer una educación que se base en la superación de situaciones en la vida y no en el saber abstracto. La juventud está actualmente sobresaturada con hechos. Exige retos y experiencias personales. Tenemos que enseñarles «a ser», y concretamente de la forma siguiente:
– Animando con preguntas a aventuras de pensamiento, no sólo preparamos a la juventud para el futuro, sino que la hacemos tomar cartas en el asunto de los problemas sociales de hoy, y desarrollar su participación y capacidad de crítica.
– Con preguntas, animamos a actuar y facilitamos así la realización de deseos en la vida. Unas acciones producen otras acciones. Los jóvenes aprenden a arriesgarse en cosas que hoy parecen todavía nuevas e imposibles, pero que pudieran ser de utilidad en el futuro. Toda experiencia y toda actividad fortalecerán su confianza en sí mismos y su capacidad para superar los problemas.
– Participación, riesgo, confianza en sí mismo y la manera de ser activo: todo esto ayudará a los niños a superar el miedo que se pone de manifiesto en muchas de sus preguntas. No creo que sea una tarea nuestra el impedir el miedo, pues en definitiva, es una parte de nuestra existencia. El miedo puede transformarse en motivación para obrar y concedernos la capacidad emocional para enfrentarnos a situaciones ambiguas, no claras e inciertas. El miedo puede ser también un estímulo para cambiar la orientación y buscar soluciones no sólo en el mundo exterior, sino también para penetrar de fuera a adentro y descubrir en nosotros mismos la capacidad de solución. Ésta puede estar oculta a veces en los profundos estratos de la personalidad o puede haberse atrofiado por una falsa educación.
– La animación a la acción y la movilización del potencial interior del hombre, lleva también al desarrollo de una sensación de responsabilidad frente a sí mismo y a la sociedad, a un sentido de la responsabilidad que significa que se puede participar en sus acciones, su destino y su futuro.
Cuando enseñamos a los niños a hacer preguntas, les enseñamos la manera de cómo pueden llegar ellos mismos a tener conocimientos y experiencia. Para terminar, lo voy a aclarar con una vieja historia china. Un mendigo pidió una vez a un pescador que le regalara un pescado, para poder saciar su hambre tremenda. El viejo pescador se negó y en su lugar se ofreció a enseñarle a pescar. Como explicación, aclaró que si le diera un pescado al mendigo, al día siguiente volvería a estar hambriento, pero si le enseñaba a que pescase él mismo, no volvería a estar hambriento nunca.
Erika Landau

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